Costumbre popular entre las personas del siglo XIX, sobre todo en Europa y Norteamerica, que inicio con la aparicion de la camara fotografica y la creciente accesibilidad de la fotografía que sustituyó la necesidad de recurrir al pincel para grabar , los fallecidos eran retratados como personas vivas, como si estuvieran durmiendo y vestidos con su mejor traje, para que sus parientes pudieran recordarlos como en vida. No se trataba de algo macabro, como podemos pensar hoy, sino un hábito que acompañó a la comercialización de la fotografía y que ya existía mediante dibujos o cuadros dedicados a la muerte. Lo que sucedió fue simple, hubo un momento en que la fotografía post mortem se popularizó muchísimo en ciertas zonas del planeta y prácticamente era un requisito social su realización, tal fue la difusión de este fenómeno, que muchos fotógrafos se especializaron en gran medida y no eran extrañas las exposiciones reservadas exclusivamente a este tipo de tomas
En los primeros tiempos los cuerpos muertos usualmente se retrataban como si estuvieran dormidos, lo que les otorgaba una imagen de naturalidad al tiempo que se simbolizaba el “eterno descanso” del fallecido, pero también fue muy común disponer los cadáveres de tal manera que simularan estar realizando algún acto cotidiano, proceso que incluía, en muchos casos, abrir los ojos del difunto utilizando utensilios diversos (en general, una cucharilla de café) y resituar correctamente el ojo en la cuenca o con pupilas pintadas sobre los ojos cerrados, creando un efecto muy espeluznante. De hecho, se solía dar completa libertad a la persona encargada de tomar la imagen para vestir y disponer el cuerpo como considerara apropiado. Muchos de los fotógrafos de aquel entonces se convirtieron en auténticos expertos del maquillaje, llegando a obtenerse resultados muy espectaculares en algunos casos y bastante patéticos en otros. Posteriormente, se incluyeron algunos otros adornos, como las flores. En general no se utilizaron los símbolos comunes reservados tradicionalmente a la muerte dentro de las obras pictóricas, aunque también hubo excepciones a esto último.
Hay algo espeluznante en este bombero. A primera vista, esta foto del siglo XIX parece de un tipo normal, torpemente posado, pero sobre la inspección más cercana, notara unos signos reveladores: una postura rígida, un soporte mal ocultado detrás de sus pies, que le sostienen por alguna armadura no vista sobre su espalda, las cantidades liberales de rojo aplicado a mejillas también blancas, y aquellos inquietantes ojos en blanco.
En estas fotos ambas personas estan muertas
Las manos rígidas de la muchacha, los ojos pintados sobre los parpados y ademas el borde de un soporte detrás de su pierna izquierda demuestra el proceso que seguia el fotografo para mostrar una imagen de alguien vivo.